jueves, mayo 12, 2005

El cuarto pilar del estado de bienestar

El estado de bienestar de nuestro país descansa en tres pilares básicos: el sistema público de pensiones, la Sanidad pública universal y la enseñanza obligatoria hasta los 18 años. Pero, si bien nuestro PIB per cápita es ya el 86% del promedio de la UE de los 15, nuestro gasto social es solo el 62,5% del promedio de la UE-15 (según Vicenç Navarro). La razón es que nos falta el llamado cuarto pilar del estado de bienestar que se concreta en un sistema potente de ayuda a las familias y servicios a las personas con discapacidades o que requieran atención y cuidados por parte de otras personas. Esto incluye a ancianos con problemas de movilidad o aquejados de enfermedades seniles, a discapacitados físicos, enfermos mentales y personas drogodependientes, y también a la primera infancia. En España el porcentaje de niños que asisten a escuelas publicas infantiles es solo el 4,4% frente al 24% de promedio en la UE-15 y el de ancianos atendidos por el sistema público del 3% frente al 14% en Europa. En los países del modelo de sociedad nórdico estas cifras son mucho más altas. Por tanto, se puede decir que, en nuestro país, el cuarto pilar del estado de bienestar está por construir y es uno de los compromisos anunciados por el Gobierno actual para el último trimestre de este año. Sin embargo la cifra barajada por el Gobierno: alcanzar los 8.500 millones de euros al año (1% del PIB) en dos legislaturas es manifiestamente insuficiente comparado con las de los países nórdicos. Por ejemplo, si tuviesemos un sistema de atención, para personas dependientes, similar al de Suecia sería necesario contratar a más de un millón de trabajadores, la mayoría mujeres, dedicados a estas tareas. Actualmente, son las mujeres -madres o hijas- las que realizan estas tareas de forma gratuita. Un sistema público de atención bien organizado daría trabajo a cientos de miles de educadores/as, trabajadores/as sociales, enfermeros/as, monitores sociales, psicólogos, personal sanitario y de otras profesiones que, además, liberaría para el mercado de trabajo a varios millones de mujeres que, ahora, se encuentran atrapadas en sus hogares cuidando a esas personas dependientes. El coste real puede ser de hasta un 4% del PIB, pero las consecuencias económicas de aumento de la tasa de actividad del país serían enormes. La población activa sobre la población en edad de trabajar podría pasar de un 65% actual a más del 80% como en los países nórdicos.
Ciertamente, ni la cultura del país ni su baja presión fiscal van a hacer posible una transformación de este tipo. Ahora bien, como dice V.Navarro, las mujeres jóvenes españolas ya no van a hacer lo que sus madres y abuelas hicieron por lo que no hay duda de que el coste de la atención a las personas dpendientes tendrá que ser pagado por la sociedad española. La cuestión es si se pagará via impuestos, si se dota un sistema público eficaz como en el modelo nórdico, o si se hará a través de pólizas de seguros privados como en el modelo americano tal como quieren los liberales y conservadores. En este caso, un importante porcentaje de la población quedarían fuera de la protección social. Dado que el Gobierno actual no quiere aumentar los impuestos, no tengo muchas dudas de que la alternativa que se seguirá será más parecida a la americana que a la nórdica. Pero entonces hay que decir que este Gobierno no podrá llamarse con propiedad un gobierno socialdemócrata sino de centro.