Al parecer, con la excepción de la Agencia Tributaria, todo el mundo estaba enterado de la corrupción inmobiliaria que permitía que, en Marbella, se construyese profusamente saltándose toda normativa urbanistica y medioambiental. Y, por supuesto, todo el mundo sabe que este tipo de corrupción se extiende, cuando menos, por toda la costa mediterránea. Por eso, no ha sorprendido a nadie la detención de una alcaldesa, una teniente de alcalde, el jefe de la policia local y el principal capo de la trama: el gestor o asesor urbanístico del municipio, de nombre Roca (no se sabe si como alusión a su cara dura).
En realidad, lo verdaderamente sorprendente es que un pequeño grupo de jueces y policías eficaces hayan podido llevar adelante esta operación anticorrupción sin que los implicados se hubiesen enterado de que esta se estaba llevando a cabo, silenciosamente, desde hacía mucho tiempo. Es, desde luego, un alivio constatar que no siempre los criminales disponen de la información necesaria para poder neutralizar una operación de este tipo. Y ya se sabe que la capacidad de neutralización de los efectivos policiales, judiciales y funcionariales, por parte del crimen organizado, asciende a muchos millones de euros en billetes de 500, como los incautados en la casa de la teniente de alcalde (alias "morritos").
Tampoco sorprende constatar, una vez más, el ansia de acumulación y ostentación de este tipo de individuos, así como su afición a la caza mayor junto con una religiosidad, muy característica de los mafiosos, que les lleva a disponer de capillas con toda clase de imágenes y objetos sagrados de alto valor. Lo hemos visto en películas sobre la mafia. Todo ello combinado con la afición a almacenar, y colgar en las paredes, un buen número de cabezas y ejemplares disecados de animales salvajes. Pero, como no todo tiene que ser mal gusto, este personaje también disponía de una excelente cuadra de bellos caballos y unas magníficas casas de campo. Todo ello, junto con su patrimonio financiero (por supuesto, a nombre de testaferros) componía una de las fortunas más elevadas del país y obtenida desde la nada.
Lo que me inquieta es que si Hacienda es capaz de tragarse actuaciones de esta enorme cuantía, sin llevar a cabo ninguna inspección eficaz ¿cómo va a intervenir en los cientos de miles (o millones) de fraudes a la Hacienda Pública de una cuantía no mayor que unas pocas decenas de miles de euros cada una? Quien no haya escriturado una propiedad por menos de su valor real, que tire la primera piedra.
¿Será cierto que la mitad de los inspectores de Hacienda solo hacen labores de carácter administrativo y que para toda la provincia de Málaga los inspectores disponibles son solo dos o tres? Algo huele a podrido en Dinamarca.
En realidad, lo verdaderamente sorprendente es que un pequeño grupo de jueces y policías eficaces hayan podido llevar adelante esta operación anticorrupción sin que los implicados se hubiesen enterado de que esta se estaba llevando a cabo, silenciosamente, desde hacía mucho tiempo. Es, desde luego, un alivio constatar que no siempre los criminales disponen de la información necesaria para poder neutralizar una operación de este tipo. Y ya se sabe que la capacidad de neutralización de los efectivos policiales, judiciales y funcionariales, por parte del crimen organizado, asciende a muchos millones de euros en billetes de 500, como los incautados en la casa de la teniente de alcalde (alias "morritos").
Tampoco sorprende constatar, una vez más, el ansia de acumulación y ostentación de este tipo de individuos, así como su afición a la caza mayor junto con una religiosidad, muy característica de los mafiosos, que les lleva a disponer de capillas con toda clase de imágenes y objetos sagrados de alto valor. Lo hemos visto en películas sobre la mafia. Todo ello combinado con la afición a almacenar, y colgar en las paredes, un buen número de cabezas y ejemplares disecados de animales salvajes. Pero, como no todo tiene que ser mal gusto, este personaje también disponía de una excelente cuadra de bellos caballos y unas magníficas casas de campo. Todo ello, junto con su patrimonio financiero (por supuesto, a nombre de testaferros) componía una de las fortunas más elevadas del país y obtenida desde la nada.
Lo que me inquieta es que si Hacienda es capaz de tragarse actuaciones de esta enorme cuantía, sin llevar a cabo ninguna inspección eficaz ¿cómo va a intervenir en los cientos de miles (o millones) de fraudes a la Hacienda Pública de una cuantía no mayor que unas pocas decenas de miles de euros cada una? Quien no haya escriturado una propiedad por menos de su valor real, que tire la primera piedra.
¿Será cierto que la mitad de los inspectores de Hacienda solo hacen labores de carácter administrativo y que para toda la provincia de Málaga los inspectores disponibles son solo dos o tres? Algo huele a podrido en Dinamarca.