viernes, febrero 20, 2009

La economía de la depresión

Acabo de leer un libro excepcional sobre las crisis financieras: "El retorno de la ECONOMÍA de la DEPRESIÓN y la crisis actual" del premio Nobel de Economía, de 2008, Paul Krugman. La mayor parte del libro está escrita hace unos 10 años, como respuesta a las crisis asiáticas de los años 90. En primer lugar la de Japón, que se inicia en 1990, cuando la burbuja de los precios de la tierra y las acciones de las empresas había llegado a su punto máximo. Despues, el pinchazo de esta burbuja se convirtió en una recesión de larga duración, en muchos aspectos parecida a un suave depresión. Krugman analiza también la crisis "tequila" de México en 1995, las de Tailandia y Malasia en 1997, Corea en 1998 y la de Argentina de 2002. En todos los casos, el análisis de Krugman es extraordinariamente fino, pero descrito de manera sencilla para su comprensión por lectores no profesionales (aunque sí con un mínimo de conocimiento económico), teniendo en cuenta las distintas variables que los Gobiernos e instituciones globales (FMI, FED...) manejan para desarrollar una política económica: tasas de interés, tipos de cambio de divisas, inflación, déficit público, endeudamiento público y privado, etc. Todas las crisis tienen algo en común con la que el mundo enfrenta en estos momentos y que es el objeto de la última parte del libro. Casi todas las crisis suelen ir precedidas por algún tipo de burbuja (especulativa o no) que pincha o que parece necesario atajar. Pero el elemento que siempre aparece es la percepción subjetiva de que algo puede ir mal y que genera desconfianza en alguna parte del sistema. Esa pérdida de confianza es un elemento que se retroalimenta y que, rápidamente, genera situaciones que producen mayor desconfianza y, por tanto, el agravamiento de los problemas. En las instituciones bancarias, es fácil ver cómo este elemento virtual o subjetivo opera. Casi cualquier Banco quebraría si los depositantes acudieran en tropel a retirar sus depósitos. Pero este perverso efecto, de la falta de confianza en el sistema, es extrapolable a muchos otros aspectos del sistema económico-financiero de un país. Por esta razón, es tan importante que los agentes económicos, gobiernos y oposición se pongan de acuerdo en la manera de enfrentar una crisis. Sin embargo, no está descartado que la crisis actual se convierta en una depresión de larga duración. Para evitarlo, hay que tener muy claras las causas que han provocado la crisis y, a continuación, tomar medidas coordinadas con otros países del entorno, particularmente los de la UE y los EE.UU.

Todo el mundo está de acuerdo en que la crisis financiera se debe a una utilización abusiva de productos financieros opacos, y en ocasiones fraudulentos, que han aprovechado la euforia producida por el incremento de precios del sector inmobiliario. En este Blog, hemos tratado este tema en varias ocasiones, desde Septiembre de 2008, en "Huracanes en el capitalismo", "In Marx we trust", "Soluciones a la crisis", "Keynesianismo neo-con", "Rescate de General Motors", y "Contra codicia, Obama". La situación que se plantea en lo que Krugman denomina la "economía de la depresión" es un fallo de la demanda, provocado por el excesivo endeudamiento de empresas y familias y el parón de los créditos, algo que no pasaba en décadas por lo que las soluciones para animar una demanda insuficiente se limitaban a la bajada de los tipos de interés, por parte de organismos financieros centrales, como la Reserva Federal o el Banco Europeo. Entonces la única limitación para que la economía funcionase a pleno rendimiento era la capacidad de oferta del sistema productivo. Pero cuando los tipos de interés bajan hasta casi cero y sigue habiendo una capacidad productiva ociosa para satisfacer una demanda reducida, entonces empiezan a cerrar empresas y a aumentar el desempleo. Es una recesión que puede acabar en una depresión de larga duración si los Gobiernos no hacen algo más que la gestión de los tipos de interés y la fijación de tipos de cambio de divisas.

Y, por lo general, todo el mundo está de acuerdo en que se deben lograr dos objetivos básicos: conseguir que el crédito vuelva a fluir en el sistema financiero y fomentar el incremento del gasto. La respuesta clásica fue la del New Deal de Roosevelt de los años treinta: inyectar más capital en el sistema. Sin embargo ya entonces se vió que esto no es suficiente para salir de la recesión, a corto plazo, y evitar que se convierta en depresión. Se requiere volver a las recetas de corto plazo que, en su día, enunció brillantemente John Maynard Keynes, en su obra "Teoría de la ocupación, el interés y el dinero", que consisten en desarrollar proyectos de obras públicas capaces de poner en marcha, de nuevo, el motor de la economía. De hecho, la gran depresión de los años 30 solo se transformó en auge económico con un gran proyecto de Obras Públicas denominado 2ª guerra mundial. Los partidarios del neoliberalismo siempre han visto con suspicacia las medidas de caracter keynesiano, por considerarlas "socialistas", sin embargo en la práctica los gobiernos conservadores de los EE.UU han practicado un keynesianismo oculto con los gastos de defensa y, más particularmente, con la guerra de Irak como digo en mi post de Abril 2006 "Keynesianismo en USA".

Finalmente, creo de gran interés hacer una referencia a un artículo del profesor Vicenç Navarro (un partidario de las políticas keynesianas) que se publicó recientemente en el diario Público: "La ignorada causa de la crisis". En este artículo se ponen de relieve las consecuencias negativas de la aplicación de políticas neoliberales, en la UE, en los últimos 25 años.

martes, febrero 17, 2009

Cacerías

Las únicas cacerías que me gustaría presenciar serían las que se hicieran (o hiciesen), por parte de jueces o fiscales justos (si los hubiere) a individuos genocidas, agresores de mujeres y a personajes corruptos sean o no de partidos políticos. Y, desde luego, nunca a partidos políticos de ningún tipo. No creo que, ahora, haya una cacería contra el PP, como dice Rajoy, pero si la hubiere yo estaría en contra de tal cacería.

Lo que sí ha habido ha sido una cacería real de venados y muflones en la que han participado personajes como el Ministro de Justicia y el juez Garzón, dando un pésimo ejemplo a la ciudadanía. En primer lugar, porque nos hace rememorar la "escopeta nacional", que tan inteligentemente llevó Berlanga a la pantalla. Pero, aunque no se hubiese dado ningún compadreo por parte de estos altos cargos, sí hay una cuestión de estética que nos lleva a rechazar este tipo de actuaciones. Imposible, para mí, decirlo mejor que Manuel Vicent (El País, 15/01) en su columna dominical de la que transcribo algunos párrafos:

Un ministro de Justicia de cualquier país, de cualquier ideología, con una escopeta o con un rifle de mira telescópica en la mano, apuntando a un ciervo, a un muflón, a un guarro, a un conejo o a una perdiz es una imagen que le deja a uno desarmado. Si encima ese ministro de Justicia es socialista y se deja fotografiar rodilla en tierra agarrado con orgullo a las cuernas de un venado, que exhibe un balazo en la frente, entonces esa estampa resulta tan grosera que no da otra opción que la de salir corriendo en dirección contraria.
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El ministro Bermejo y el juez Garzón, juntos o por separado, no deberían matar animales, porque el oficio tan delicado de hacer justicia no encaja en una afición tan violenta y antiestética. Es como ver al ministro de Sanidad totalmente borracho. Ése y no otro es el escándalo.

No cabe una descripción mejor de lo yo mismo siento en relación con este evento. Y no hay mejor antídoto (contra cacerías) que contemplar una foto como esta:

Foto tomada del Blog "Hojas de Ishtar"

El hombre es el único animal que mata por diversión y no por necesidad. Sin duda, puede haber una necesidad de caza "ecológica" cuando una especie tiene un crecimiento que amenaza recursos claves para el medio ambiente, pero ese tipo de cacería sería un trabajo profesional y no un divertimiento de señoritos. Si es que fuese imaginable que disparar sobre un hermoso animal pueda ser un divertimiento para nadie.

PS: Después de escribir este post, he tenido nuevas informaciones que todavía hacen más acuciante las ganas de salir corriendo. La primera es ver en TV a parte del grupo socialista en el Parlamento jaleando al Ministro de Justicia al grito de "torero, torero". ¡Qué país! Y otra es que, al parecer, este Sr. Ministro "socialista" (?) ha ido de caza sin tener la correspondiente licencia de alguna Comunidad autonómica. Por una vez, voy a estar de acuerdo con el PP en pedir la cabeza de tal ministro.

jueves, febrero 05, 2009

Contra codicia, Obama

Ya casi nadie duda de que la codicia, no solo la de los financieros timadores (cuyas operaciones fraudulentas han causado enormes daños a la economía global) sino también de una parte de la población de clases alta y media, ha sido el factor fundamental de la crisis global que sufre el capitalismo mundial. Según el diccionario de la RAE, codicia es el "afán excesivo de riquezas", algo bastante común en nuestras sociedades desarrolladas de gran consumo.

El Presidente de la AEB (Asociación española de Banca) culpaba, de la crisis financiera, a empresas y familias por su excesivo endeudamiento. Tenía razón, pero no decía que muchas oficinas bancarias han estado alentando, a una población ignorante, a especular con la compra de viviendas. Incluso en el año 2007, cuando estaba claro que la burbuja financiera iba a estallar, oficinas de Cajas y Bancos seguían ofreciendo hipotecas del 100% del precio de mercado, basándose en la idea de que los precios seguirían subiendo. Y esto fue la causa de que la burbuja inmobiliaria, y el consiguiente endeudamiento, continuase inflándose. Entonces, mi impresión era que la burbuja pincharía hacia 2005 (como digo en un artículo anterior), pero fue esa codicia especulativa la que retrasó el momento del pinchazo haciéndolo más dañino, porque el endeudamiento llegó ya a límites insostenibles.

Si, en el caso de España, el problema quedó circunscrito fundamentalmente al sector inmobiliario y de la construcción, en los EE.UU., a través de las hipotecas subprime, y los hedge-funds que las empaquetan, el asunto ha pasado a ser también un elemento clave para entender la crisis financiera global que, ahora, está dificultando la concesión de créditos que necesitan empresas y familias para sobrevivir, tanto en USA como en España. Para entender lo que ha ocurrido, y al mismo tiempo reir un poco, es imprescindible ver este singular video de excelente humor inglés (con subtítulos en español).

¿Y que pinta Obama en todo esto? No es solo que haya preparado un Plan para inyectar liquidez en la Banca, ya que eso es lo que han hecho casi todos los gobiernos (y no estoy seguro de que sea lo correcto), sino que ha lanzado un par de ideas que, propuestas por un Presidente USA, pueden tener un efecto regenerador y ético muy notable:

a) Obama ha calificado como una vergüenza (a shame) intolerable, y de gran irresponsabilidad, el que ejecutivos de instituciones financieras, que han recibido esos fondos públicos para suministrar liquidez a esas instituciones, hayan utilizado una parte del dinero para mejorar sus ya altísimas retribuciones.

b) Obama se propone sacar una Norma por la que se limitan las retribuciones de los directivos de empresas o entidades que reciban apoyo público.

Probablemente, si en lugar de ser un Presidente USA quien dice y hace lo anterior, fuese un personaje considerado de izquierdas, por ejemplo uno como Zapatero (aunque este sea, en realidad, un centrista), la derecha de este país se le hubiera lanzado a la yugular por atreverse a intervenir en el sacrosanto libre mercado. Un mercado, por cierto, que empieza a perder su santidad como guía indiscutible de la economía.

A muchos, les puede parecer poco útil, y hasta contraproducente, tratar de limitar las remuneraciones de los altos directivos ya que, según dicen algunos, las altas remuneraciones y la ambición de mejorarlas, son un eficaz motor para mover el sistema económico. Sin embargo, la realidad nos muestra que esas descomunales remuneraciones (basadas, muchas veces, en valores financieros ficticios) constituyen la antesala de la crisis. Eso ocurrió ya en el crack del 29 y ha ocurrido ahora. Para verlo con claridad, no hay nada mejor que el gráfico que, aún a riesgo de ser reiterativo (puesto que ya lo expuse en un artículo anterior), ilustra la evolución de las remuneraciones de los ejecutivos (altos, medios y bajos) expresadas en las cifras por las que multiplican el salario del trabajador medio. Desde 1945 a 1985, el 10% más alto de los ejecutivos (top 10%) se mueven en cifras que no llegan a 100 veces el salario del trabajador medio. Incluso, durante los años 60-70, se ven cifras de solo alrededor de 50 veces. Pero, a partir de finales de los 80, hay una tremenda escalada de remuneraciones llegando, hacia el año 2.000, hasta 700 veces el salario del trabajador medio. El gráfico expresa claramente la existencia de una gran burbuja especulativa que está inflando los más altos salarios. ¡Es la codicia expresada en cifras de la remuneración de quienes detentan el poder de manejar las finanzas del mundo! Los amos del universo, como les llama Tom Wolfe en su extraordinaria novela "The bonfire of the vanities" (La hoguera de las vanidades), recreada también en un film de Brian de Palma, con Tom Hanks, Melanie Giffith y Bruce Willis.

La coincidencia del brutal incremento de las remuneraciones, de los altos directivos del capitalismo USA, con la caída del campo socialista (URRS y países satélites) nos sugiere la idea de que, quizás, la existencia de una alternativa real al capitalismo (aunque ya muy deteriorada) pudo servir de muro de contención a los excesos de ese capitalismo hasta que este triunfó definitivamente, al menos en el área de los países más desarrollados. Si esto fuese así, se podría afirmar que el socialismo real ha sido más beneficioso para los trabajadores del mundo capitalista que para los del campo socialista. Un motivo para la reflexión.

He aquí el gráfico (que debe ampliarse para verlo bien):
NOTA: Para ver el gráfico aumentado, pulsar sobre el gráfico y, para volver al texto, pulsar la flecha atrás del navegador.

domingo, febrero 01, 2009

Vulnerabilidades

Ayer estuve a punto de morir de la risa. Viendo una escena de una película en TV, me salió una risa espasmódica que no podía parar y que, al parecer, me cortó la respiración de tal manera que me quedé rígido y con la cara roja. Mi mujer me salvó la vida golpeando mi pecho y espalda hasta que recuperé el conocimiento. Entonces ví una enorme pantalla de TV girando en el espacio. Sentí naúseas e intenté vomitar, después me sentí muy débil, ya que tenía una tensión de 100-55 y 58 pulsaciones/min. Una hora después me había recuperado y pude dormir bien.

Este acontecimiento me ha hecho darme cuenta de la vulnerabilidad del ser humano. Claro que morirse de risa no es una mala forma de morir. Recuerdo que lo pensé así, cuando leí (y, después, ví el film) la excelente novela de Tom Wolfe "La hoguera de las vanidades" (The bonfire of the vanities). En el capítulo "Morir en Nueva York", el magnate Ruskin cuenta una anécdota en la que narra un viaje en avión a la Meca, junto con un grupo de jeques árabes, en el que el avión se sale de la pista, al aterrizar, clavándose un ala en una duna y girándo 360º hasta parar. En el avión, los occidentales estaban presos del pánico mientras que los árabes estaban tan tranquilos porque ¡creían que ese era el modo normal de aterrizar! El simple recuerdo del divertido acontecimiento, le produjo a Ruskin una hilaridad que culminó en una risa espasmódica, muy parecida a la que yo he tenido, que le dejó sin respiración causándole la muerte.
Desde entonces, siempre he pensado que, puesto que hay que morirse algún día, no estaría mal morirse de la risa. Aunque, bien pensado, también me gustaría seguir alrededor de 10 años más en este mundo (ahora tengo 76 tacos). Lo suficiente para ver cómo evolucionan los principales problemas medioambientales del planeta: el calentamiento global y el agotamiento de los recursos no renovables. Otra vulnerabilidad a la que se enfrentan los seres humanos. La del delicado equilibrio ecológico de las condiciones de la vida humana en nuestro planeta. Algo de lo que, todavía, no son conscientes una mayoría de los habitantes del planeta. Una buena muestra de ello son los comentarios, en el diario Público, al artículo "Al Gore advierte de que el cambio climático es ya una emergencia planetaria". La mayoría de los comentaristas, en lugar de argumentar sobre las pruebas científicas del calentamiento global y del cambio climático que esto supone, se dedican a "matar al mensajero" o sea a denigrar a Al Gore porque cobra mucho por sus conferencias o porque viaja en jet privado. Se le llama caradura, charlatán y otras lindezas, sin valorar la enorme labor de difusión que está haciendo. Me da la impresión de que esa mayoría de detractores son ideológicamente conservadores que, como Aznar, prefieren la estrategia del avestruz para no ver a donde nos llevan las políticas neo-con, muy especialmente las dirigidas al caso de los países subdesarrollados africanos que sufren cada vez un mayor deterioro de sus recursos hídricos y alimentarios.

Estos días, se han celebrado dos foros internacionales bien diferentes: el Foro Económico en Davos (Suiza) y el Foro Social Mundial en Belém (Brasil). Como dijo el profesor Walden Bello, dirigiéndose a los participantes en Davos: "Estamos en dos planetas diferentes. Ustedes están en el planeta de los ricos, y nosotros, en el planeta de los pobres, los marginados y los oprimidos".

¡Atención a las conclusiones de ambos foros!