Acabo de leer un libro excepcional sobre las crisis financieras: "El retorno de la ECONOMÍA de la DEPRESIÓN y la crisis actual" del premio Nobel de Economía, de 2008, Paul Krugman. La mayor parte del libro está escrita hace unos 10 años, como respuesta a las crisis asiáticas de los años 90. En primer lugar la de Japón, que se inicia en 1990, cuando la burbuja de los precios de la tierra y las acciones de las empresas había llegado a su punto máximo. Despues, el pinchazo de esta burbuja se convirtió en una recesión de larga duración, en muchos aspectos parecida a un suave depresión. Krugman analiza también la crisis "tequila" de México en 1995, las de Tailandia y Malasia en 1997, Corea en 1998 y la de Argentina de 2002. En todos los casos, el análisis de Krugman es extraordinariamente fino, pero descrito de manera sencilla para su comprensión por lectores no profesionales (aunque sí con un mínimo de conocimiento económico), teniendo en cuenta las distintas variables que los Gobiernos e instituciones globales (FMI, FED...) manejan para desarrollar una política económica: tasas de interés, tipos de cambio de divisas, inflación, déficit público, endeudamiento público y privado, etc. Todas las crisis tienen algo en común con la que el mundo enfrenta en estos momentos y que es el objeto de la última parte del libro. Casi todas las crisis suelen ir precedidas por algún tipo de burbuja (especulativa o no) que pincha o que parece necesario atajar. Pero el elemento que siempre aparece es la percepción subjetiva de que algo puede ir mal y que genera desconfianza en alguna parte del sistema. Esa pérdida de confianza es un elemento que se retroalimenta y que, rápidamente, genera situaciones que producen mayor desconfianza y, por tanto, el agravamiento de los problemas. En las instituciones bancarias, es fácil ver cómo este elemento virtual o subjetivo opera. Casi cualquier Banco quebraría si los depositantes acudieran en tropel a retirar sus depósitos. Pero este perverso efecto, de la falta de confianza en el sistema, es extrapolable a muchos otros aspectos del sistema económico-financiero de un país. Por esta razón, es tan importante que los agentes económicos, gobiernos y oposición se pongan de acuerdo en la manera de enfrentar una crisis. Sin embargo, no está descartado que la crisis actual se convierta en una depresión de larga duración. Para evitarlo, hay que tener muy claras las causas que han provocado la crisis y, a continuación, tomar medidas coordinadas con otros países del entorno, particularmente los de la UE y los EE.UU.
Todo el mundo está de acuerdo en que la crisis financiera se debe a una utilización abusiva de productos financieros opacos, y en ocasiones fraudulentos, que han aprovechado la euforia producida por el incremento de precios del sector inmobiliario. En este Blog, hemos tratado este tema en varias ocasiones, desde Septiembre de 2008, en "Huracanes en el capitalismo", "In Marx we trust", "Soluciones a la crisis", "Keynesianismo neo-con", "Rescate de General Motors", y "Contra codicia, Obama". La situación que se plantea en lo que Krugman denomina la "economía de la depresión" es un fallo de la demanda, provocado por el excesivo endeudamiento de empresas y familias y el parón de los créditos, algo que no pasaba en décadas por lo que las soluciones para animar una demanda insuficiente se limitaban a la bajada de los tipos de interés, por parte de organismos financieros centrales, como la Reserva Federal o el Banco Europeo. Entonces la única limitación para que la economía funcionase a pleno rendimiento era la capacidad de oferta del sistema productivo. Pero cuando los tipos de interés bajan hasta casi cero y sigue habiendo una capacidad productiva ociosa para satisfacer una demanda reducida, entonces empiezan a cerrar empresas y a aumentar el desempleo. Es una recesión que puede acabar en una depresión de larga duración si los Gobiernos no hacen algo más que la gestión de los tipos de interés y la fijación de tipos de cambio de divisas.
Y, por lo general, todo el mundo está de acuerdo en que se deben lograr dos objetivos básicos: conseguir que el crédito vuelva a fluir en el sistema financiero y fomentar el incremento del gasto. La respuesta clásica fue la del New Deal de Roosevelt de los años treinta: inyectar más capital en el sistema. Sin embargo ya entonces se vió que esto no es suficiente para salir de la recesión, a corto plazo, y evitar que se convierta en depresión. Se requiere volver a las recetas de corto plazo que, en su día, enunció brillantemente John Maynard Keynes, en su obra "Teoría de la ocupación, el interés y el dinero", que consisten en desarrollar proyectos de obras públicas capaces de poner en marcha, de nuevo, el motor de la economía. De hecho, la gran depresión de los años 30 solo se transformó en auge económico con un gran proyecto de Obras Públicas denominado 2ª guerra mundial. Los partidarios del neoliberalismo siempre han visto con suspicacia las medidas de caracter keynesiano, por considerarlas "socialistas", sin embargo en la práctica los gobiernos conservadores de los EE.UU han practicado un keynesianismo oculto con los gastos de defensa y, más particularmente, con la guerra de Irak como digo en mi post de Abril 2006 "Keynesianismo en USA".
Finalmente, creo de gran interés hacer una referencia a un artículo del profesor Vicenç Navarro (un partidario de las políticas keynesianas) que se publicó recientemente en el diario Público: "La ignorada causa de la crisis". En este artículo se ponen de relieve las consecuencias negativas de la aplicación de políticas neoliberales, en la UE, en los últimos 25 años.
Todo el mundo está de acuerdo en que la crisis financiera se debe a una utilización abusiva de productos financieros opacos, y en ocasiones fraudulentos, que han aprovechado la euforia producida por el incremento de precios del sector inmobiliario. En este Blog, hemos tratado este tema en varias ocasiones, desde Septiembre de 2008, en "Huracanes en el capitalismo", "In Marx we trust", "Soluciones a la crisis", "Keynesianismo neo-con", "Rescate de General Motors", y "Contra codicia, Obama". La situación que se plantea en lo que Krugman denomina la "economía de la depresión" es un fallo de la demanda, provocado por el excesivo endeudamiento de empresas y familias y el parón de los créditos, algo que no pasaba en décadas por lo que las soluciones para animar una demanda insuficiente se limitaban a la bajada de los tipos de interés, por parte de organismos financieros centrales, como la Reserva Federal o el Banco Europeo. Entonces la única limitación para que la economía funcionase a pleno rendimiento era la capacidad de oferta del sistema productivo. Pero cuando los tipos de interés bajan hasta casi cero y sigue habiendo una capacidad productiva ociosa para satisfacer una demanda reducida, entonces empiezan a cerrar empresas y a aumentar el desempleo. Es una recesión que puede acabar en una depresión de larga duración si los Gobiernos no hacen algo más que la gestión de los tipos de interés y la fijación de tipos de cambio de divisas.
Y, por lo general, todo el mundo está de acuerdo en que se deben lograr dos objetivos básicos: conseguir que el crédito vuelva a fluir en el sistema financiero y fomentar el incremento del gasto. La respuesta clásica fue la del New Deal de Roosevelt de los años treinta: inyectar más capital en el sistema. Sin embargo ya entonces se vió que esto no es suficiente para salir de la recesión, a corto plazo, y evitar que se convierta en depresión. Se requiere volver a las recetas de corto plazo que, en su día, enunció brillantemente John Maynard Keynes, en su obra "Teoría de la ocupación, el interés y el dinero", que consisten en desarrollar proyectos de obras públicas capaces de poner en marcha, de nuevo, el motor de la economía. De hecho, la gran depresión de los años 30 solo se transformó en auge económico con un gran proyecto de Obras Públicas denominado 2ª guerra mundial. Los partidarios del neoliberalismo siempre han visto con suspicacia las medidas de caracter keynesiano, por considerarlas "socialistas", sin embargo en la práctica los gobiernos conservadores de los EE.UU han practicado un keynesianismo oculto con los gastos de defensa y, más particularmente, con la guerra de Irak como digo en mi post de Abril 2006 "Keynesianismo en USA".
Finalmente, creo de gran interés hacer una referencia a un artículo del profesor Vicenç Navarro (un partidario de las políticas keynesianas) que se publicó recientemente en el diario Público: "La ignorada causa de la crisis". En este artículo se ponen de relieve las consecuencias negativas de la aplicación de políticas neoliberales, en la UE, en los últimos 25 años.