martes, mayo 26, 2009

¿Mejor la economía pública o la privada?

En Abril de 2005 publiqué un post titulado "Público y privado" en el que exponía algunos ingeniosos argumentos esgrimidos por el radical liberal (y Premio Nobel) Milton Friedman para defender los sistemas de economía privada sobre los de economía pública por su mayor eficiencia. No voy a repetir lo que entonces expuse sobre este asunto, ya que quien tenga interés puede leerlo en pocos minutos, pero sí decir que dichos argumentos no siempre se veían confirmados por la realidad (como en el caso de la Sanidad norteaméricana). La nueva situación provocada por la crisis financiera, debida a la excesiva desregulación de los mercados financieros que han alimentado la codicia de muchos gestores de las finanzas, principalmente norteamericanos, así como otros datos y experiencias que he tenido ocasión de conocer últimamente, me animan a hacer una nueva reflexión, de más profundidad, sobre este controvertido tema.

A finales del pasado año publiqué un post sobre el rescate de General Motors en el que me permitía afirmar que se trataba de una nacionalización encubierta. Hoy, las últimas noticias (todavía sin confirmar) son las de que el Gobierno de los EE.UU toma el control de esta Corporación con más del 70% de su accionariado. Tanto si esto es cierto como si no, lo que es indudable es que el Gobierno de la mayor potencia económica, que casi siempre ha abogado por una economía liberal basada en la iniciativa privada, no tiene ningún empacho en recurrir a lo público cuando las cosas vienen mal dadas. En España, un dirigente de la Patronal decía al Gobierno Zapatero que "había que abrir un paréntesis en el modelo de mercado libre", con el fin de justificar la petición de ayuda pública para las empresas. Así que este es un momento propicio para reflexionar sobre el modelo de la economía pública y privada y de sus límites en cualquiera de los dos casos.

Desde luego, no hay dudas de la desastrosa evolución económica de los países que han practicado una economía centralizada y planificada (llamada "socialismo real") con precios muy alejados de los que el mercado marca por el libre juego de oferta y demanda. El caso de las dos Coreas es muy ilustrativo: Corea del Sur practica un sistema capitalista o mixto en el que la mayoría de las empresas compiten entre sí y se someten a las leyes del mercado libre (con poca intervención del Estado). Por el contrario, Corea del Norte practica un socialismo autoritario y totalitario que deja en manos del Estado casi todas las decisiones económicas. Si bien desconozco los datos respecto a Corea del Norte, me parece que las diferencias en el desarrollo económico de las dos Coreas es patente e indiscutible y muy favorable para la Corea del Sur.

Otro país de casi total economía pública y centralizada es Cuba, del que tengo más datos y opiniones diversas. En este caso, también es indiscutible el retraso económico desde el triunfo de la Revolución en 1959. Anteriormente a ese año, Cuba presentaba índices económicos algo mejores que los de España en la misma época, si bien tanto en un caso como en otro las desigualdades sociales eran enormes. De ahí que la Revolución cubana triunfase con el apoyo de las clases trabajadoras y oprimidas frente a los ricos propietarios apoyados por los EE.UU. Además, como es sabido, Cuba nacionalizó casi todas las grandes empresas incluidas las de propiedad norteamericana. Hoy, el PIB per cápita (PPA, o sea a paridad de poder adquisitivo) de España es de más de 4 veces el de Cuba, lo que ilustra la diferencia de desarrollo económico en ambos países. No obstante, en el terreno social no se percibe tanto retraso, como lo demuestra el hecho de que Cuba ocupa el puesto 48 en el ranking de Desarrollo Humano, justo por debajo de Chile, Argentina o Uruguay pero por encima de México o Brasil. Si bien los dirigentes cubanos achacan el retraso económico al embargo de los EE.UU (que en Cuba llaman "bloqueo"), este embargo solo explicaria una reducción del PIB inferior al 10%. Por tanto, todo parece indicar que el retraso económico de Cuba se debe al sistema de gestión pública centralizada y de precios subsidiados que constituye el grueso de su economía. En estos momentos, debido a que la crisis financiera global ha reducido sustancialmente los ingresos por el turismo, mientras que los gastos se han incrementado fuertemente debido a las necesidades de reconstrucción por los efectos de los huracanes, Cuba ha entrado en una aguda crisis de liquidez para hacer frente a las necesidades de importación de materias primas, singularmente de petróleo y otros productos energéticos. Y es en este contexto donde se puede apreciar los efectos devastadores de los precios fuertemente subsidiados como son los de la electricidad, el gas y el combustible para los transportes públicos. Basándome en datos de la ONE (Oficina Nacional de Estadística de Cuba), y de otros amablemente ofrecidos por bloggeros cubanos, he calculado que los costes reales de la energía (a precios internacionales) son unas 20 veces lo facturado a los consumidores. De ahí que el despilfarro de energía sea muy alto, como ya he dicho en ocasiones anteriores (en El misterio de Cuba, señalaba que "los precios subvencionados por el Estado producía evidentes ineficiencias, especialmente en la utilización de la energía (aire acondicionado, gasoil o gasolina, etc. "). Incluso Fidel Castro, en su famoso discurso en el Universidad de La Habana (ver: Corrupción en Cuba), decía que "las políticas de subvenciones fueron un error, incluida la libreta de racionamiento, que en la situación actual se ha convertido en un estorbo.." . Sin embargo, a pesar de que el propio Fidel Castro, máximo responsable de todo lo que pasaba en la isla, reconocía que las subvenciones eran un error y también que había una gran ineficiencia energética, las cosas han seguido practicamente igual. ¿Por qué? Probablemente por la sencilla razón de que, una vez establecidos los precios altamente subvencionados, es muy difícil subir esos precios sin provocar una gran conmoción social, algo a lo que un régimen llamado "comunista" tiene verdadera alergia. Por ejemplo, si los precios de la electricidad se aproximasen a los costes reales, la factura eléctrica para una familia subiría a una cantidad del orden de la mitad del ingreso salarial. Por tanto, sería preciso subir simultáneamente precios y salarios en cuantías semejantes y esto provocaría, sin duda, fuertes desequilibrios. No obstante, es indudable que si algún día se quiere ir a un sistema económico más racional, que permita la iniciativa y competencia empresarial, sin desequilibrios, la actualización de los precios será imprescindible. En estos momentos, el régimen castrista prefiere lanzar una campaña más contra la corrupción y el despilfarro energético, amenazando con apagones eléctricos y bajo el lema ¡Ahorro o muerte! Anteriormente, ya se habían llevado a cabo campañas de ahorro con el reparto de ollas de presión, bombillas y electrodomésticos de bajo consumo; todo ello con resultados más bien modestos. No hay nada que tenga mayor efecto que unos precios de la energía reales o, lo que es lo mismo, tan altos que desalienten el consumo excesivo. Sobre todo para aquellas empresas o individuos que, pudiendo permitirse pagar a coste real, están aprovechándose de unos precios subvencionados dirigidos a una población pobre. En mi opinión, las verdaderas soluciones pasarían por aumentos drásticos de precios y de salarios, lo que también tendría un efecto favorable para reducir el abandono de una profesión digna por la del dinero fácil que supone la dedicación a las "atenciones" o ventas clandestinas a los turistas.

Hasta aquí hemos explicado algunas aberraciones económicas de los sistemas públicos autoritarios y centralizados. Asímismo, la crisis global actual nos enseña otro tipo de aberraciones a las que conducen los liberalismos neo-con cuando el Estado abdica de su responsabilidad reguladora en las operaciones financieras de una globalización mal entendida.

En este punto cabría preguntarse si no hay alguna forma de economía mixta capaz de equilibrar el binomio público-privado sin que la economía de mercado se resienta y, al mismo tiempo, tenga claras ventajas para la gran mayoría de la sociedad. La respuesta la dan los países de tradición socialdemócrata (los países nórdicos, singularmente) tanto si tienen gobiernos de centro-derecha como de centro-izquierda. Son países con una presión fiscal alta (entre el 40 y el 50% del PIB) que practican una política social de costes entre el 25 y 30% del PIB (en educación, sanidad, pensiones y ayudas a familias o dependientes) y que, además, presentan un elevado nivel de productividad y competitividad basado en un alto desarrollo tecnológico e innovador de las empresas, el cual precisa también de una educación y sanidad públicas de alto nivel. Sin duda, un buen nivel educativo y de salud para los ciudadanos redunda en beneficio de toda la sociedad, por lo que se justifica plenamente que la mayor parte de sus costes corran a cargo del erario público. Sobre todo cuando esto permite una real y efectiva igualdad de oportunidades para toda la población. Es muy importante considerar que, para las clases trabajadoras más desfavorecidas, esta igualdad no sería posible con sistemas privados de sanidad y educación. Hay, además, ejemplos en el mundo de la superioridad de los sistemas públicos en educación y sanidad: Finlandia, con un 95% de escuela pública, presenta los mejores índices de educación en el mundo. En sanidad, los EE.UU presentan los índices de mayor coste de la Sanidad y los peores resultados del mundo desarrollado: más de 40 millones de ciudadanos sin cobertura sanitaria, unos costes totales de la sanidad por encima del 15% del PIB y una esperanza de vida similar a la de Cuba. Y por cierto, este último país se permite ayudar a otros países subdesarrollados con el envío de cooperantes médicos y educadores (ver "Pobreza y solidaridad").

Para comprender bien estos conceptos de los sistemas públicos y privados, es preciso atender a la división de la ciudadanía en clases sociales. Las clases bajas no podrían acceder a niveles aceptables de educación y salud si no existiesen los servicios públicos basados en una alta fiscalidad que recae, principalmente, sobre las clases medias-altas y la clase empresarial. Como dice el actual coordinador de IU, Cayo Lara, hoy en España es posible reconocer la clase social, a la que ha pertenecido una persona mayor, por el estado de su dentadura. Y es que los servicios de odontología no están incluidos en nuestra Seguridad Social.

lunes, mayo 25, 2009

Sostenibilidad y crisis

Para la sostenibilidad del planeta Tierra, la buena noticia es que la crisis está suponiendo un parón, incluso una ligera bajada, en las emisiones de gases invernadero a la atmósfera y una reducción en el consumo desaforado de recursos que amenazan con agotar las disponibilidades sostenibles de nuestra casa común: la Tierra. La mala noticia es que todos los gobiernos de países desarrollados se han apresurado a dedicar fondos a reactivar la demanda sin prestar mucha atención a la sostenibilidad de esa demanda. De hecho, la sostenibilidad casi ha desaparecido de los medios informativos más difundidos en favor del problema del empleo.

Por ejemplo, en España, donde el automóvil es uno de los principales causantes de las emisiones de CO2 y de la contaminación en las ciudades, el Gobierno se ha apresurado a conceder subvenciones a la compra de coches, al parecer sin gran discriminación en relación con la capacidad contaminadora de esos coches. Se comprende que la industria del automóvil es uno de los grandes focos de generación de empleo y que, con 4 millones de desempleados, el evitar nuevas pérdidas de empleos se haya convertido en la primera prioridad. Pero no hay duda de que esas medidas van a contribuir a retrasar aún más el cumplimiento de los acuerdos de Kyoto, por parte de España.

En España, parece que casi las únicas medidas que se barajan para evitar el desempleo son las de reactivar la demanda y nunca otras, más creativas, como sería la de fomentar la solidaridad entre trabajadores y empresarios para repartir más el empleo existente. Es decir, mantener el empleo realizando menos horas y congelando o reduciendo salarios. Son fórmulas que se han dado en países más cooperadores como los nórdicos o Japón. En España, cualquier político que osara plantear algo por el estilo sería inmediatamente crucificado por la oposición. Es el estilo hispano que también podemos observar en América Latina y que se deriva de esa necesidad de pertenencia a un grupo que parece consustancial con la cultura hispana. Es el conmigo o contra mí, el no dar ni agua al que piensa diferente. Algo de eso escribí en un artículo, de Julio 2006, que titulaba: "La imparable necesidad de pertenencia".

En la escala de Maslow, los hispanos se concentran masivamente en ese nivel de pertenencia a un grupo (partido político, equipo deportivo, cofradía, país o región, etc.) En cambio en la cultura anglosajona, y más en la nórdica, hay una mayor tendencia a situarse en los niveles de "reconocimiento y estima" y, en mucha menor medida, en el de la "autorealización", que también aparece entre personalidades del mundo hispano.

Una tarea pendiente, principalmente en el mundo hispano, es la de saber escuchar y tratar de entender al diferente. La tarea de reconocer y valorar la diversidad en todas sus manifestaciones. Comprender que los contrarios forman parte de lo mismo: el ying y el yang, las dos caras de la misma moneda.

viernes, mayo 15, 2009

¿Nuevo modelo productivo?

Últimamente parece estar de moda decir que España debe cambiar su modelo económico-productivo, basado principalmente en la construcción y el turismo, por otro basado en la innovación y el desarrollo sostenible. Dicho así parecería que al Gobierno le basta con sustituir unos cuantos elementos del sistema productivo por otros diferentes y, ¡voilá! el cambio se realiza!. He visto titulares de prensa diciendo: Zapatero lanza el nuevo modelo económico o bien, Zapatero pactará el nuevo modelo productivo con los agentes sociales. Como si un modelo productivo fuese algo susceptible de ser lanzado o pactado por un Gobierno. La cosa no es ni tan sencilla ni tan nueva.

Como ya decía en un artículo de 2005, titulado "La revolución de la red", los ingenieros y técnicos progresistas de los años 60 y 70 hablábamos de que, en el mundo, estaba surgiendo una revolución científico-técnica que iba a cambiar sustancialmente los sistemas productivos. Aunque todavía no sospechábamos que esa revolución sería conocida, años más tarde, como la Internet o World-Wide-Web, sí pensábamos que estaría muy ligada al uso creciente de los ordenadores y, por lo tanto, considerábamos que, en España, se debería fomentar el aprendizaje y desarrollo de diferentes sistemas de software y de su utilización en los sistemas productivos más avanzados. Entonces nadie nos hacía el menor caso, pero, ya en los años 80, durante la presidencia de Felipe Gonzalez, se empezó a hablar de la necesidad avanzar hacia un sistema productivo más innovador y de mayor valor añadido. Se apreciaba, entonces, que nuestro país estaba muy atrasado en ciencia y desarrollo tecnológico. Pero, pese a las muchas palabras, no se ha avanzado gran cosa. Solo en la última legislatura se ha dado un incremento sensible del gasto en I+D+i acercándonos al 2% del PIB, la mitad que en los países nórdicos. Pero la diferencia fundamental es que en los países más desarrollados, la mayor parte de este gasto lo realizan las empresas y no tanto el Estado, como ocurre en España. Por eso, si examinamos el dato del número de patentes solicitadas, por millón de habitantes, entonces se ve que las diferencias son enormes : España con 25 patentes (por millón de habitantes) solo supera a Portugal en la UE, mientras que los países más productivos presentan más de 300 patentes (Alemania 302, Finlandia 319...). Este es el mejor indicativo de que estamos muy lejos de ese tan cacareado "nuevo modelo económico".

Como ocurre con muchas otras cuestiones, no se cambia el modelo económico por decisión de un gobierno. Los modelos económico-productivos son la consecuencia de una cultura del trabajo y la iniciativa innovadora de muchas generaciones. Todavía recuerdo que el Presidente de Andalucía, Manuel Chaves, en una entrevista con el sociólogo Castells decía que si un país como Finlandia, que era muy pobre después de la guerra mundial, había conseguido un sistema productivo moderno y competitivo, también Andalucía lo podría conseguir igualmente. Una idea totalmente errónea. Para empezar, Andalucía tenía una tasa una tasa de analfabetismo funcional de cerca del 50% hace solo 30 años, mientras que en Finlandia ya no había, prácticamente, analfabetismo en el siglo XIX y, en cambio, existía una gran propensión hacia el estudio científico de los asuntos prácticos y hacia la innovación de productos y procesos. Para entender el interés por las innovaciones y la curiosidad y el espíritu práctico de los finlandeses, solo hay que leer las "Cartas finlandesas" del granadino Ángel Ganivet (escritas en la década de 1890) que, además de reflejar el apego de los finlandeses por el progreso, tienen una considerable dósis de humor. En el capítulo VII :
El corresponsal traza un inesperado y curioso paralelo entre la manteca finlandesa y los jamones de Trevélez,
Ganivet describe su relación epistolar con un amigo granadino, que se ha dedicado a la política, y al que recomienda impulsar la creación de una nueva fuente de riqueza con la comercialización y exportación de los jamones de Trévelez al estilo de lo que hacían los finlandeses con su manteca (o mantequilla). La contestación del amigo político (que quiere dedicarse a la política de carreteras) no tiene desperdicio y refleja muy bien el estilo de nuestros políticos que consiste en "hablar" y no en "hacer". Que es exáctamente lo que está pasando con este tema del nuevo modelo económico-productivo.

En España, hay algunas empresas grandes que están desarrollando productos en sectores avanzados (Abengoa, Iberdrola, Telefónica....) y que tienen una presencia notable en el exterior, pero el cambio de modelo se hará, o no se hará, no solo con las grandes empresas sino con el concurso de decenas de miles de PYMES que sean capaces de innovar en sus productos y procesos. Solo habrá un nuevo modelo productivo, de alto valor añadido, si se forma una masiva base empresarial orientada a la innovación y a la competitividad internacional. Y esto precisa de una base educativa y de formación profesional que no se puede improvisar. Quizás, si nuestro sistema educativo empieza a mejorar pasarán solo unas pocas décadas antes de que podamos decir que nuestro modelo productivo ha cambiado sustancialmente.

En todo caso, la buena noticia es que una crisis económica, como la que padecemos, es también una oportunidad para que muchas empresas y trabajadores se decidan a emprender el camino de la innovación. Correrán un riesgo, pero el riesgo será mucho mayor si no lo hacen.

PS: Al parecer, se van a ampliar las subvenciones a la compra de automóviles a la compra de motos. Si se quiere un mundo sostenible, lo que habría que hacer es penalizar la compra de coches y motos e impulsar la utilización de bicicletas en las ciudades.

miércoles, mayo 13, 2009

Política de garrotazos

Después del Debate de la Nación, donde se ha confirmado que, en plena crisis económica, los dos grandes partidos (PSOE y PP) son incapaces de llegar a acuerdos y evitar el enfrentamiento inútil y a cara de perro, me decido a escribir este post para cuyo título había examinado términos como: contienda, pelea, pugna, batalla.... y otros de ese estilo que no acababan de convencerme. Al final, recordando el conocido cuadro de Goya "Duelo a garrotazos", me ha parecido que este recio término, netamente hispano, es el que mejor refleja lo que pretendo decir.


Los dos contendientes de la pintura pueden simbolizar muy bien a estos dos partidos que compiten por el poder en nuestro país. No solo a sus dos líderes Zapatero y Rajoy, sino sobre a todo a toda la ralea de fans que pueblan los comentarios de los Blogs y diarios digitales, cuya palabrería resulta todavía más insultante y ofensiva que la que puede salir de la boca de sus máximos representantes, quienes, al fin y al cabo estarían obligados a un mínimo de educación y compostura.

Siempre he dicho que España es un país anómalo. En casi cualquier país civilizado, ante una crisis tan grave como la que estamos pasando, (con 4 millones de desempleados), toda la clase política se pondría a disposición del Gobierno para tratar de llegar a acuerdos de base que todos apoyarían, aún cuando pudiese haber reservas o alternativas distintas. Este tipo de acuerdos entre diferentes eleva el nivel de confianza de la ciudadanía, lo que es vital para la recuperación económica. No siempre hemos tenido esta situación de enfrentamiento ante una crisis. En los años de la transición, la clase política se comportó responsablemente: los pactos de la Moncloa fueron suscritos por los principales partidos políticos, los sindicatos de trabajadores y las organizaciones de empresarios. Y los resultados fueron excelentes. Pero esto parece haberse terminado en nuestro país. Los dos grandes partidos con posibilidades de gobernar parecen no querer otra cosa que ganar elecciones. Y esto es letal para la recuperación económica.

Probablemente, con la cerrada actitud de la derecha, el Gobierno no pueda plantearse ni siquiera un mínimo consenso, pero su actitud en el Debate de la Nación, ahogando a la oposición con una avalancha de propuestas aparentemente inconexas y faltas de reflexión global, no puede ser más deprimente y desconcertante.

¿Como podrá lograr Zapatero poner en marcha estas medidas dentro de un Plan creíble y conseguir la aprobación de los próximos Presupuestos del Estado? O, dicho de otra forma ¿cómo logrará esquivar los "garrotazos" que le propinarán desde todos los lados? Si lo logra, habrá que pensar que estamos ante un genio de la política del "garrotazo".