El 27 de Noviembre pasado, el Gobierno aprobó el
anteproyecto de
Ley de Economía Sostenible que se ha debatido en el Parlamento. El enlace anterior lleva a una descripción resumida del anteproyecto, en una web que contiene (debajo) un enlace al texto completo que tiene 198 páginas y cuya lectura no recomiendo a nadie. En cambio, sí es muy útil la
presentación a la prensa de la Ley, realizada sobre diapositivas bien diseñadas y altamente aclaratorias. Esta Ley forma parte de una estrategia de economía sostenible más compleja, dentro de la cual se integran los fondos previstos para su desarrollo (20.000 millones de créditos ICO y 5.000 millones para el plan de empleo local) y algunas reformas que no se contemplan dentro de la Ley (reforma de la Justicia y del mercado laboral). Esta estrategia está constituida por normas de aplicación inmediata y otras que precisarán de un cuidadoso desarrollo normativo que puede llevar años para su aplicación. En todo caso es un conjunto de principios básicos y objetivos genéricos que apuntan a una mejora sustancial del entorno económico y financiero, incidiendo sobre la competitividad de las empresas y apuntando a la simplificación de los plazos y costes de la administración y de lo que yo suelo llamar "para-administración" (actuación de registradores y notarios), así como al ahorro y eficiencia energéticas y al cuidado del medio ambiente. Vaya por delante que considero muy importante esta estrategia para mejorar muchos aspectos de nuestro sistema sistema económico y productivo, por lo que soy absolutamente partidario del desarrollo y aplicación de sus contenidos en el más breve plazo posible. Ahora bien, a la pregunta que constituye el título de este artículo,
¿puede una Ley cambiar nuestro modelo productivo?, mi respuesta es:
No.
La respuesta es NO porque la experiencia me dice que no es una Ley lo que puede cambiar el modelo económico-productivo, sino el conjunto de la sociedad. Cuando la sociedad tiene la educación y la capacidad suficientes para emprender un cambio radical y siente la necesidad de hacerlo. Para mí, no es nuevo que los poderes públicos se propongan cambios normativos para estimular un cambio estratégico del modelo productivo. En 2001, la Junta de Andalucía, con el presidente Chaves a la cabeza, propuso un cambio hacia un modelo económico, basado en el conocimiento y la información, que tomó el nombre de la
segunda modernización de Andalucía (la primera fue la industrialización). Aunque ya se ha dejado de hablar de esa "segunda modernización", se pusieron en marcha un conjunto de medidas y estímulos para acercar la Comunidad andaluza a esas formas avanzadas de producción: informatización de la Administración, equipamientos de centros TIC de segunda enseñanza con equipos informáticos y software libre (Guadalinex), apoyo a la I+D+i en Universidades, Centros públicos y empresa, etc. Medidas importantes que han tenido algunos efectos relevantes, pero no como para cambiar el modelo productivo que ha estado dominado, en los últimos años, por la construcción y la especulación urbanística más invasiva y destructora del medio ambiente costero que uno se pueda imaginar. Y ese ha sido el verdadero modelo productivo impulsado por casi toda la sociedad, ya que en esa especulación han participado muchos estamentos sociales y no solo los agentes inmobiliarios. Quizás, ahora, con la crisis de los precios del sector inmobiliario, se pueda tener una buena oportunidad para una nueva concepción económica. Aunque, sinceramente, lo dudo. En esta sociedad andaluza domina la tradición, por un lado, y la propensión a hacer dinero fácil, por otro. Y casi nunca el interés ni la curiosidad por saber y conocer más: idiomas, información, conocimiento científico, innovación de los productos y métodos productivos. Salvo honrosas excepciones.
Recuerdo que, para la elaboración de la estrategia de la segunda modernización, hubo un interesantísimo debate, en Canal SUR TV, con el presidente Chaves y el sociólogo
Manuel Castells . Se comentaron los casos de Japón y Finlandia, como países con un nivel alto en la sociedad del conocimiento y la información. Se dijo que Finlandia había sufrido una gran crisis económica, en 1990, al perder su principal mercado: el de la Unión Soviética. Y Finlandia salió de la crisis desarrollando de lleno la sociedad del conocimiento y la información. Chaves dijo que Finlandia (con una población menor que la andaluza) era un país subdesarrollado hace 40 años y que si ellos lo habían conseguido, también "nosotros" podremos conseguirlo. Craso error.
Recuerdo que yo envié, al foro de debate de la 2ª modernización, un texto en el que decía que la gran diferencia entre ese país y nuestra Andalucía era la educación, junto con el interés y la curiosidad por el progreso. Mientras que Andalucía tenía, todavía hace 40 años, un significativo porcentaje de analfabetismo funcional (aprox. un 40%), hacía ya más de un siglo que no existía analfabetismo en Finlandia. Para comprender lo que era la sociedad finlandesa a finales del siglo XIX, no hay nada mejor que leer las "
Cartas finlandesas" de nuestro ilustre granadino Ángel Ganivet. Se podría decir que, ya entonces, Finlandia era un país idóneo y preparado para un tipo de sociedad como la del conocimiento y la información. Como botones de muestra yo señalaba algunas frases sacadas del texto de Ganivet: "
lo característico de Finlandia es el entusiasmo con que se aceptan todas las innovaciones de utilidad práctica..."; "
el teléfono es aquí tan usual como los trastos de cocina..., es una persona más en cualquier conversación. Muchas veces ocurre una duda que puede ser resuelta por alguien ausente: al minuto se obtiene la respuesta, casi como si el consultado estuviese en la reunión..." (¿no suena esto a sociedad de la información?); "
preguntemos a la generalidad de los españoles qué idea tienen de Finlandia y notaremos que no tienen ninguna...en cambio aquí se nos conoce... he encontrado varias señoritas que me han dicho de memoria las 49 provincias de España... una me preguntó de donde era; soy de Andalucía -le contesté- ¿de la alta o de la baja? me volvió a preguntar, y al saber que era de Granada, me dió cuantas noticias tenía de nuestra ciudad para comprobar si eran exactas". Y respecto a la capacidad exportadora de los finlandeses, recomiendo la lectura del capítulo VII titulado:
El corresponsal traza un inesperado y curioso paralelo entre la manteca finlandesa y los jamones de Trevélez
El texto es verdaderamente divertido ya que Ganivet, con toda su buena fe (o, más bien, con la más fina ironía), sugiere a un amigo granadino, que se ha metido a político, que tome ejemplo de los finlandeses para promocionar en el mundo el estupendo jamón de su tierra, Trevélez. La contestación del político no tiene desperdicio y revela claramente cual es la mentalidad de uno y otro país. Aunque, evidentemente, las cartas son inventadas por el genial escritor, esto no es óbice para que reflejen, con finura, lo esencial de la manera de pensar de andaluces y fineses.
De todas formas, aunque la curiosidad de los finlandeses por el conocimiento y su sentido práctico apenas han cambiado, en la sociedad española sí se están produciendo cambios significativos, en muchos aspectos, algunos de los cuales pueden ir en el sentido de que una parte creciente de la sociedad pueda resultar bien preparada para implicarse en cambios hacia un nuevo modelo basado en el conocimiento, la información y la innovación. Ahora bien, la generalización de este cambio no ocurrirá a corto plazo, sino que se requieren décadas y, quizás, más de una generación hasta que podamos ver a nuestro país salir de la cola de la UE15 en
solicitud de patentes, desarrollo e innovación tecnológica, sociedad de la información y nivel de bienestar social.
PS: El
Proyecto de Ley definitivo, con algunas correcciones de tipo técnico y de redacción, ha sido aprobado por el Consejo de Ministros celebrado en Sevilla el 19/Marzo/2010. Se supone que, en breve, será remitido al Congreso para su discusión, enmiendas y aprobación o rechazo.